Porque los pensamientos no se leen, primero se escuchan, luego se escriben, y entonces sì, se leen.

domingo, octubre 31, 2010

Caminando

“Ser hippie no es una elección, sino una necesidad” que me explicó alguna vez el weye, Juan Carlos Delgado. Y pues si, dada mi condición de desempleado me toca ser hippie. Cuando no tengo que estudiar o hacer tarea, me salgo a caminar; que es sin duda la mejor manera de conocer la ciudad y sus recovecos… sin gastar dinero. Me di una vuelta por varias iglesias, sobre todo para conocer la iglesia santa maría del mar, famosa ahora por el libro ‘La catedral del mar’. Durante el trayecto y curioseando entre la gente, los edificios y demás detalles, me detuve a analizar el diseño de la banqueta. Cosa rara pudiera pensarse, sin embargo me llamó la atención que las baldosas del paseo de Gracia, fueran las mismas que había visto un par de días antes en una exposición de premios al diseño industrial; “60 años de los premios delta”. Entre los diseños premiados, había objetos que te dejaban con la boca abierta, no tanto por lo creativo o innovador del diseño, todo lo contrario, cosas sumamente ordinarias. Una silla de plástico por ejemplo, a la que solo le faltaba la impresión de la palabra ‘Modelo’ o ‘Corona’ en el respaldo para hacerla mobiliario de un bar chafón. Claro que cuando uno veía la fecha y se daba cuenta que fue hecha en los 70’s, uno se puede imaginar lo impactante que fue el hecho de ver una silla de plástico… quizá la primera. De este tipo, varios objetos que hoy son de la vida corriente, pequeñas lámparas, sillas, bancas, mesas… las baldosas también, y para mi sorpresa mucho mobiliario urbano de la exhibición, se puede encontrar directamente en las calles de Barcelona, postes de alumbrado, bancas, paradas de camión, jardineras… si bien dice Vanesa “ciudad de diseñador”.
Conocí la catedral de Barcelona que es bastante bonita y contiene un montón de pequeñas capillas dedicadas a distintos santos, cada una con su pequeña mesita llena de veladoras. Era graciosos ver como la capilla dedicada a Santa Eulalia no tenía ninguna encendida y la del Santo de Padua, estaba repleta… cada quien le rezará al santo que mejor le responda, supongo yo.
Otra que también conocí fue la de la Sagrada Familia, pero nada más por fuera, porque la entrada cuesta sus buenos 15 euros, y los hippies no gastamos dinero en eso, en cambio debería de señalar y decir algo como “… el cielo no necesita dinero…eso es para gente materialista carnal…”, pero no lo hice, y mejor seguí caminando, y afortunadamente no siempre solo.
En una cena organizada aquí en la casa, conocí entre muchas personas, a una pareja de argentinos, Diego y Cecilia. Ambos amablemente, como yo aun no tenía colchón, se ofrecieron a ayudarme a ir al IKEA y adquirir uno, porque como ellos cuentan con coche iba a ser más fácil traerlo. Resulta ser que el famoso IKEA, aquella tienda que tantas veces estudie en varios casos de mercadotecnia, tiene muchísimo espacio para caminar. Es algo parecido a los pabellones de la feria, empiezas por un lado y acabas solamente hasta el otro. Por lo menos en la feria puedes regresarte, en IKEA, hay flechas que señalan la dirección, y esto a mí me produce un corto circuito, porque entonces ya no puedo ir en otra dirección que no sean las flechas ¡ellas señalan la dirección!¿quién soy yo para ir en su contra?. En fin, caminamos y caminamos y Diego me iba entreteniendo con su obsesión con abollar cajas de cartón con el carrito de super que conducía, y además platicando de un detalle que se había mencionado la noche anterior en la cena, y que me pareció fabuloso. El origen y creación del partido FLNJ. (Front de Libération des Nains de Jardins) que no es más que el frente de liberación de enanos de jardín. Y por enanos de jardín ha de entenderse esas figuras de cerámica de gorro rojo que adornan algunos patios. Resulta que en la cena había un francés, hijo de una simpatizante del movimiento, que básicamente se dedica a meterse a jardines ajenos, robar (bueno ellos no roba, liberan) las ya mencionadas figurillas de cerámica y llevarlas al bosque. Ya en el bosque le sacan fotos al enano libre en la naturaleza, y van a dejarlas al buzón del dueño de la figura desaparecida, con una cartita que dice, “!su enano ha sido liberado! !ya es libre y está de vuelta en su hogar!”. Le insistí mucho a Diego para llevar a cabo una fechoría del tipo, porque es algo que ya sabiendo, necesito hacer alguna vez en la vida, pero creo que a él no le hizo mucha gracia la idea o el ir abollando cajas ajenas lo tenía demasiado absorto.
Caminando es como también se llega a los bares. Varios de la universidad, sonsacados por mí por cierto, fuimos al bar llamado la oveja negra, nada espectacular pero tiene buen ambiente, y las sillas y mesas son tan escasas que las tienes que compartir con otro grupo de personas, me llamó la atención un señor de unos 60 años, metido en aquel bar jugando futbolín. El tipo juagaba solo en su lado contra dos chavos. Pero estoy seguro que este señor es el balón de oro de futbolín. Un Messi, un Pelé, bueno un Maradona. Fintaba, hacía pequeñas bicicletas y mandaba pases filtrados. O sea, salía jugando con el porterito de madera con los defensas, y de ahí a la media y la delantera, un genio el tipo.
Y el otro día que íbamos a salir un grupo de mexicanos en el blind date más grande del que yo haya escuchado (nos íbamos a reunir 8 personas que nunca nos habíamos visto, pero que eramos “conocidos del amigo de Nabor el de la orquesta” como bien explicaría Chava Flores). Yo quise proponer el oveja negra, para ver y ¿Por qué no? Retar al genio del futbolín, pero mi idea fue cambiada por ir a un bar llamado Princesa 23. La convivencia con los mails recién materializados como paisanos fue buena, y el bar también bien, porque el staff era muy variado, y así como había una mesera guapísima, había un mago entre ellos, que se acercaba a las mesas a hacer varios trucos de cartas, de los cuales todos los he visto en internet, pero no es lo mismo firmar una carta, meterla al mazo y después que el wey la saque de su cartera. Así pues salí muy agradecido por los trucos, y también por haberme hecho sentir nuevamente como un niño en una fiesta infantil, de esas en las que estabas sentado en la orillita de la silla para cacharle el truco al payaso (en mi caso tontín, porque zampabollos nunca me gustó).
Las últimas caminatas, han sido para comenzar a dejar CV’s por ahí, ya que eso de encontrar prácticas se está complicando un poco. Afortunadamente uno de esos CV ya dio frutos, y ayer me llamaron de un restaurante mexicano (cocina azteca y maya dice el letrero) para meserear. Hacía 3 años que no lo hacía, y bueno, dejé de cobrar un par de cervezas, y serví unos tacos al pastor donde no debía. Ni modo, la curva del aprendizaje. No es trabajo fijo, pero el peruano Miguel, dueño del restaurante (que por cierto se llama “Chilam Balam”) me dijo que me iba a estar llamando esporádicamente. Gané pues 30 euros en 5 horas, un euro de propina y tres cervezas cortesía de Miguel, que me quedé tomando con él y con Lalo, otro mesero mexicano de religión rastafari.
Mañana, caminaré a la biblioteca para reunirme con mi equipo de la maestría, esperando encontrarlos más tranquilos después del examen de contabilidad que tuvimos y que a todos nos dejó un tanto nerviosos.

miércoles, octubre 13, 2010

Habemus Domus

La última vez que busque habitación, fue en Londres, y esto fue hace 6 años.
Aquella vez, no fue más que subirme a un camión, hablar con la persona de enfrente (cuyo nombre es Dulce Nombre María), acto siguiente; ver la habitación y mudarme. Cosa realmente de 5 minutos.
Esta vez me costó más o menos 10 días, y fue toda una aventura. Para empezar, revisar meticulosamente las fotos que mostraba el internet, para descartar la posibilidad o por el contrario ir a verla. Había una por ejemplo que la foto de la cocina, mostraba un cerro interminable de trastos sucios. Descartado.
Ya después hablar y cuadrar las citas para ver las habitaciones. La primera que vi fue una un tanto lejos y la dueña, Pilar, me recogió en su coche. Ese día hacia un calor espantoso y yo no sé que hizo esa mujer que puso la calefacción del coche sin querer, estaba yo por reventar, ¡con lo que me gusta el calor!, me estaba asfixiando, quise bajar la ventana pero me dijo que no, que porque ella lo arreglaba y ponía el aire acondicionado. Tardó uno eternos 2 minutos, por lo que yo la casa la vi sudado y un tanto fastidiado y Pilar nunca se dio cuenta de que tuvo la bragueta abierta todo el recorrido. Esta casa no me gustó, porque era chica y oscura,otro detalle fue que las cartas que recogió Pilar en el buzón estaban abiertas, y después de tratar de asfixiarme con aire caliente en plena calle, cayó de mi gracia.
Otra de las habitaciones a visitar se encontraba muy bien ubicada en una placita llena de vida y bastante coqueta, cerrada por edificios pequeños, por lo que parecía buena opción. ¡Oh! Terrible decepción. Bernat, un fotógrafo de esos como alternativos con barba y pelo largo, llegó 15 minutos tarde. La travesía consistía en seis pisos por escaleras diminutas y de giros apretados, con escalones del peor tamaño que se pueda imaginar, lo cual crea el efecto de que estas moviendo muy rápido las piernas, y sin embargo no avanzas nada. A mitad de la escalera, me cruzó una pregunta por la cabeza “¿y como voy a subir estas escaleras con unos tragos encima?”. “Al…rato…te…acostumbras” me dijo Bernat cuando llegamos y entre jadeos. Al entrar, me di cuenta de que el tamaño del departamento ya no era proporcional con el dinero que me quería cobrar. En el recorrido, Bernat, me explicó con toda naturalidad que la regadera estaba en la cocina. Esta parte merece un paréntesis. La regadera está en la cocina. Es decir, lo que separa unos huevos revueltos de la espuma del shampoo, es una cortina plástica. La siguiente novedad fue que no había un closet ni armario propio, lo tenía que compartir con Bernat, lo cual quería decir que me hiciera a la idea de que por equivocación este tipo usara mis calzones, o peor aún, que yo conociéndome distraído, usara los suyos…La tercera novedad fue que cuando me enseñó la habitación que me correspondería, la cama estaba des tendida; y ante mi cara de sorpresa, se vio obligado a explicar “!ah!, está así porque aquí estoy durmiendo yo…” (¿?). Ya no quise preguntar, pero en un descuido quería que compartiéramos cama.
Otra de las excursiones en busca de vivienda me llevó a conocer a Ricardo. Un filólogo peruano de 37 años, que al organizar la cita telefónicamente me dijo “Nos vemos en la boca del metro, me vas a reconocer fácilmente, porque siempre llevo chamarra de piel negra y pelo largo”. – Un Enrique Bunbury wanabee – pensé. Lo de pelo largo era cierto, pero faltó agregar escaso. Así que el peinado era un tanto quesillo Oaxaca. La habitación, como diría Molotov, “No estaba buena pero tampoco estaba gacha”.
Hubo una que finalmente me gustó mucho, pero la decisión era de quienes estaban buscando compañerito, no mía. Y pues bien afortunadamente me dieron el visto bueno, por lo que ya tengo casita. Viviré con una francesa, una chilena y un colombiano, que me han dado muy buena espina.
El final de la búsqueda, fue celebrado con micheladas que les di a probar a la familia de Marijose, de las cuales opinaron que no estaban mal, y junto con Diego hice macarrones a la carbonara, mientras que él preparó crepas, todo lo cual quedó muy bien.
Tan solo falta afinar lo del trabajo, (tan solo…). ¡Y claro! El resto de la maestría, empezando por el ejercicio de contabilidad que no me sale.

jueves, octubre 07, 2010

Las primeras horas



Así tan de repente como sucedió todo, ya estoy en Barcelona. El vuelo como siempre me pone un poco de nervios, y es que sigo insistiendo que tantas toneladas en el aire, por tanto tiempo, no es para menos la cosa, pero bueno, dormí todo el vuelo gracias a una botellita de vino tinto y una cerveza que las azafatas de british amablemente ofrecen.
Fui recibido por la prima Marijose y su familia, que ella de mí vendría a ser tía segunda…creo. Han sido lo que le sigue a amables y atentos. Juan (el esposo de Marijose) está de vacaciones y me dedicó los primeros días a acompañarme a la universidad y explicarme el funcionamiento del transporte público. Esto para mí, es invaluable, porque con el complejo de paloma de iglesia que tengo al tener que dar muchas vueltas al mismo lugar para ubicarme, me ha servido muchísimo para no perder mucho tiempo.
Mis primos segundos...o terceros, o cuartos o solo sabrá la genealogía… primos pues… Juanjo y Diego, también se han dado a la tarea de responder mis preguntas, y Juanjo, tuvo a bien invitarme a un antro llamado Global, que es un antro en las afueras de Barcelona (‘afueras’ que se traducen como otro pueblo llamado Sabadell). El dichoso antro, especializado en música electrónica, es una nave industrial acondicionada, por lo que es gigante. ¿Quién iba a pensar que los primero euros que iba a gastar estarían destinados a alcohol?, yo creo que nadie…aja.
La salidita al antro estuvo genial, que si bien es cierto no me ayudó en nada con el jet-lag y el resfriado que pesqué, valió muchísimo la pena.
Las atenciones pues de la familia Carrasco-Torres, han sido extraordinarias, al igual que la comida (buenísima por cierto, incluida el fideua, que es básicamente paella, pero en vez de arroz, lleva fideos fritos acompañados con alioli) y me han hecho sentir bien y ahuyentar cualquier síndrome del Jamaicón que pudiera merodearme.
Esto último es gracioso. El ya citado síndrome me parecía un tanto ridículo. Sin embargo ahora que he caminado nuevamente las Ramblas, la cosa se siente diferente. No sé, mi recuerdo de ellas era algo sumamente emocionante, y eso me sacudió un poco la nostalgia (en el pensamiento de: ¿y si cuando regrese a México, las cosas no se ven igual?). Ahora, las Ramblas, no han causado ese impacto en mí y me han llamado más la atención otras cosas, y creo que me vienen a la mente aquellas palabras de Álvaro “…mucho depende de la edad…”.
La búsqueda de trabajo y casita, va un poco lenta… entre que he ido a ver unas habitaciones feas, otras que parecen caras y una entrevista de trabajo fantasma (porque fui y nadie me abrió).
Lo otro relevante es que las clases ya empezaron, para mi sorpresa, la universidad acaba de reestructurar no sé qué bola de cosas, con otras tantas, que mezclaron en una licuadora, agregaron algo llamado plan Bolognia y media hora más de clases, y ¡voila!, el resultado no es una maestría, sino un MBA. ¿Qué cual es la diferencia?... pues como 3000 euros… que no voy a pagar, porque me valgo de uno de los dichos más bonitos de México. ‘Lo caído, caído’.
El primer módulo de clases es de Contabilidad, y el profesor que la imparte es bastante bueno y muy gracioso. Además me parece hilarante a mí, porque es catalán y al hablar el castellano, a mis oídos se escucha como si me estuviera dando clases, el mismísimo personaje de Andrés Bustamanet, Greko Morfema.
De mis compañeritos poco puedo decir aún. Hay dos bolivianos, dos panameños, una chilena y dos mexicanos (incluido yo) además de un montón de españoles, apenas estamos con las pláticas del clima, tan propias de la gente desconocida.