Porque los pensamientos no se leen, primero se escuchan, luego se escriben, y entonces sì, se leen.

miércoles, octubre 13, 2010

Habemus Domus

La última vez que busque habitación, fue en Londres, y esto fue hace 6 años.
Aquella vez, no fue más que subirme a un camión, hablar con la persona de enfrente (cuyo nombre es Dulce Nombre María), acto siguiente; ver la habitación y mudarme. Cosa realmente de 5 minutos.
Esta vez me costó más o menos 10 días, y fue toda una aventura. Para empezar, revisar meticulosamente las fotos que mostraba el internet, para descartar la posibilidad o por el contrario ir a verla. Había una por ejemplo que la foto de la cocina, mostraba un cerro interminable de trastos sucios. Descartado.
Ya después hablar y cuadrar las citas para ver las habitaciones. La primera que vi fue una un tanto lejos y la dueña, Pilar, me recogió en su coche. Ese día hacia un calor espantoso y yo no sé que hizo esa mujer que puso la calefacción del coche sin querer, estaba yo por reventar, ¡con lo que me gusta el calor!, me estaba asfixiando, quise bajar la ventana pero me dijo que no, que porque ella lo arreglaba y ponía el aire acondicionado. Tardó uno eternos 2 minutos, por lo que yo la casa la vi sudado y un tanto fastidiado y Pilar nunca se dio cuenta de que tuvo la bragueta abierta todo el recorrido. Esta casa no me gustó, porque era chica y oscura,otro detalle fue que las cartas que recogió Pilar en el buzón estaban abiertas, y después de tratar de asfixiarme con aire caliente en plena calle, cayó de mi gracia.
Otra de las habitaciones a visitar se encontraba muy bien ubicada en una placita llena de vida y bastante coqueta, cerrada por edificios pequeños, por lo que parecía buena opción. ¡Oh! Terrible decepción. Bernat, un fotógrafo de esos como alternativos con barba y pelo largo, llegó 15 minutos tarde. La travesía consistía en seis pisos por escaleras diminutas y de giros apretados, con escalones del peor tamaño que se pueda imaginar, lo cual crea el efecto de que estas moviendo muy rápido las piernas, y sin embargo no avanzas nada. A mitad de la escalera, me cruzó una pregunta por la cabeza “¿y como voy a subir estas escaleras con unos tragos encima?”. “Al…rato…te…acostumbras” me dijo Bernat cuando llegamos y entre jadeos. Al entrar, me di cuenta de que el tamaño del departamento ya no era proporcional con el dinero que me quería cobrar. En el recorrido, Bernat, me explicó con toda naturalidad que la regadera estaba en la cocina. Esta parte merece un paréntesis. La regadera está en la cocina. Es decir, lo que separa unos huevos revueltos de la espuma del shampoo, es una cortina plástica. La siguiente novedad fue que no había un closet ni armario propio, lo tenía que compartir con Bernat, lo cual quería decir que me hiciera a la idea de que por equivocación este tipo usara mis calzones, o peor aún, que yo conociéndome distraído, usara los suyos…La tercera novedad fue que cuando me enseñó la habitación que me correspondería, la cama estaba des tendida; y ante mi cara de sorpresa, se vio obligado a explicar “!ah!, está así porque aquí estoy durmiendo yo…” (¿?). Ya no quise preguntar, pero en un descuido quería que compartiéramos cama.
Otra de las excursiones en busca de vivienda me llevó a conocer a Ricardo. Un filólogo peruano de 37 años, que al organizar la cita telefónicamente me dijo “Nos vemos en la boca del metro, me vas a reconocer fácilmente, porque siempre llevo chamarra de piel negra y pelo largo”. – Un Enrique Bunbury wanabee – pensé. Lo de pelo largo era cierto, pero faltó agregar escaso. Así que el peinado era un tanto quesillo Oaxaca. La habitación, como diría Molotov, “No estaba buena pero tampoco estaba gacha”.
Hubo una que finalmente me gustó mucho, pero la decisión era de quienes estaban buscando compañerito, no mía. Y pues bien afortunadamente me dieron el visto bueno, por lo que ya tengo casita. Viviré con una francesa, una chilena y un colombiano, que me han dado muy buena espina.
El final de la búsqueda, fue celebrado con micheladas que les di a probar a la familia de Marijose, de las cuales opinaron que no estaban mal, y junto con Diego hice macarrones a la carbonara, mientras que él preparó crepas, todo lo cual quedó muy bien.
Tan solo falta afinar lo del trabajo, (tan solo…). ¡Y claro! El resto de la maestría, empezando por el ejercicio de contabilidad que no me sale.

2 Comments:

Anonymous Anónimo said...

wey que vueeeltas no sabia q andabas ahora x barcelona. a darle mi pollo!!! un abrazo cabron. mucho exito en todo.. fue chido volver a leer tu blog q hace años no leia.

cuidese
Lalo

11:37 a.m.

 
Anonymous Anónimo said...

Habemus terraza tambien, Gorila? I want to gooooo!!!!!! Lots of love, dude :))))

1:23 p.m.

 

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