Porque los pensamientos no se leen, primero se escuchan, luego se escriben, y entonces sì, se leen.

martes, octubre 24, 2006

veinticinco de Octubre

No hay fecha que no llegue, ni plazo que no se cumpla.
Pasaron varias cosas durante este tiempo, y me gustaría decir que contaré lo primero, pero la verdad es que mi memoria, aunque fotográfica, no es del todo controlable.
De entre las cosas más importantes, sucede que ya no tengo novia. No que las cosas estuvieran mal, pero tampoco que tenga que dar explicaciones. Duró más de lo que hubiera creído y no tanto como hubiera deseado.
Ayudó en parte al análisis al que me dediqué en estos días. El egocentrismo, el cuál, acabó por aburrirme y frustrarme, al no llegar a ninguna conclusión o solución, así que lo único rescatable, es el cuento (que aún no mando a los que les llegan mis cuentos) acerca de todo esto.

Sucedió también, que Estefana, después de alrededor de casi dieciocho años de trabajo en mi casa, dió las gracias. Tenía ya casi ochenta años y por lo que cuenta, empezó a trabajar lavando pañales por ahí a los ocho. ¿Y que sabía yo de ella?, pues la verdad es que casi nada, simplemente ella era muy profesional y yo muy introvertido. Platicabamos, aunque no charlas muy normales.
"¿Ya escuchó Estefana?, el mundo se va acabar en dos meses...". !Huy! si vieran como abría los ojos en incredulidad y arqueaba las cejas para decir "¿cómo?¿cuando?¿quién dijo?", se reirían como yo lo hacía, no de ella sino con ella, porque ya después de que le informara de que lo vi en la tele, me decía "no le aunque, de todas formas uno de algo se tiene que morir" y ya también se reía.
También ella se reía, no de mí sino conmigo, como cuando varias veces me veía rondando en la cocina antes de comer, y se acercaba sólo para preguntarme "¿Y que vas a comer Jaimito?", a lo que yo contestaba "Pues ¿que hay...?", "Pues nada- me decía ya entre risas- la señora dijo que allí había sopa, pero eso no es comida".
O la manía de no hacer las camas frente a un público "Estefana, ¿en qué le molesta hacer la cama si yo estoy en esta silla?", acababa saliendome del cuarto, porque en palabras de ella "Así no puedo trabajar...", si ya les digo, contaba con una ética profesional envidiable.
Existen muchas más anecdotas, que si a alguien le interesan, pueden preguntar a mi mamá, que casi a diario anotaba una.

Han habido varios fines de semana, que no puedo calificar de otra forma mas que de peliagudos. La verdad es que los recuerdos son nebulosos y con sabor a alcohol. De momentos confundidos y de sucesiones incompletas. Con acciones erráticas y consecuencias, sino funestas porque eso sería exagerar, sí un tanto entorpecedoras. Me he propuesto bajar el ritmo un poco; sin ningún fin realmente, pero a lo mejor sí, para guardar apariencias (a mí mismo serán...por que sino ¿a quién?).

Me mandaron (porque yo por iniciativa propia no hubiera ido), a un seminario de competitividad. Una basura. Sin embargo entre tanta personalidad que exponía, a mí me daba vueltas una pregunta que nadie hacía. "¿Quién era usted a mi edad?". Después de cada curriculum lleno de publicados, premios otorgados, doctorados y todos los ados que se les puedan ocurrir, a mi me revoloteaba esa duda. ¿Cómo eran a los 23?¿Tomaban?¿Se drogaban?¿Eran sociales?¿Eran introvertidos?¿Eran estudiosos?¿Qué pensaban?¿Son ahora lo que pensaban que iban a hacer?¿Eran felices?¿Son felices?¿Cuantas veces se han suicidado?¿Dice boronas o moronas?¿Le sabe pegar a un balón de fut?¿Es zurdo o derecho?.
Hay algo detrás de esa imagen de éxito que no me cuadra, no sé si sean los impecables trajes, o las suaves manos o los costosos lentes. No sé, pero de alguna manera sé que la respuesta está en aquella época de la que los curriculums no hablan.

El pronóstico del tiempo para esta semana, o en términos más psicológicos, la paranoia de la semana, es algo a lo que he denominado, el complejo del caracol.
"Dicese, de aquel que trae a su pensamiento constantemente los problemas que tiene, así como un caracol nunca deja su concha, el individuo no deja esa concha de pensamientos que carga, y que lo pueden llegar a impermeabilizar de nuevas tendencias de pensamiento."
Me preocupo una y otra vez de lo mismo, cuestiones incontrolables que solo pueden ser prevenidas haciendo lo correcto. Solo falta convencerme de que estoy haciendo lo correcto, para acabar con el complejo del caracol, y entrar de lleno al del cangrejo ermitaño.
"Dicese, de aquel sujeto, que cambia constantente su concha de pensamientos problema, ajustándose a la situación y por lo tanto mimetizándose con nuevas corrientes del pensamiento."