Porque los pensamientos no se leen, primero se escuchan, luego se escriben, y entonces sì, se leen.

sábado, enero 21, 2006

La escalera que me llevó al espejo


Si bien es cierto, venía comentado con Paula (vía mail, desafortunadamente), que empezaba a sentir mi vida estancada, después de tanto ajetreo en estos últimos...5 años de vida, parece que el polvo empieza a asentarse, y se empieza a entrever lo que realmente tenía. Nada malo, pero sin muchas emociones. Ahora se une a esta nueva "tendencia" algo realmente angustiante.
Después de un par de encuentros con dos distintas, pudieran decirse "amigas", llegué a un punto donde la posibilidad de que, mi introvertida persona, y ojo aquí que estoy hablando no sólo de una característica de la personalidad, sino de la persona entera en sí (mí persona), no sea más que un escudo protector y, a la vez, carta de presentación. ¿Como es eso?.
Desgraciadamente, más sencillo de lo que parece.
Nunca lo había pensado antes, por lo que es poco probable que haya sido deliberado, el que, el ser introvertido no es más que una mentira, ya que debajo de esa introversión, posiblemente no haya nada.
Así que en cierta manera, es fácil, através de la creencia general (y mía propia), de que al ser un humano cerrado, se me achaquen grandes secretos y sentimientos, cuando lo único que sucede en realidad, es que esos secretos y sentimientos, no son más que las ideas que cada quien le imponga a mi persona. ¿Eso donde me deja?, pues bien, ante el terrible hecho, de que sólo acabo siendo una proyección de las personas que me rodean, es decir un espejo de la persona que tenga enfrente.
Entonces si yo, no soy más que los mundanos pensamientos de otra persona...¿Quién diablos soy?.
Esta pregunta no es nueva, sin embargo, este planteamiento es un híbrido que me trae alterado.