Por alguna razón recordé que de niño solía hacer dibujos para después venderlos a cincuenta centavos durante los recreos.
Que bueno fue encontrarme con ese recuerdo.
Porque los pensamientos no se leen, primero se escuchan, luego se escriben, y entonces sì, se leen.
Por alguna razón recordé que de niño solía hacer dibujos para después venderlos a cincuenta centavos durante los recreos.
Pasé el CENEVAL. Cosa de suma importancia para mí, porque de haberlo reprobado me hubiera causado una crisis muy grande. Modestia aparte, saqué grado de sobresaliente. Pudiendo haber sido normal, fui de los nice.
Andube de viaje otra vez. México, ciudad capital, que fue el destino. Fue de trabajo, y la verdad es que no hubo nada a destacar, a lo mejor, el que por fin haya entendido en toda la extensión, la frase de "arrimar lámina". Pero fuera de eso nada.