Porque los pensamientos no se leen, primero se escuchan, luego se escriben, y entonces sì, se leen.

viernes, septiembre 28, 2007

30 años


Resulta que un amigo de mi papá, después de haber pasado 30 años ejerciendo su carrera, decidió titularse.

Es increíble, para empezar, que se permita esto de andar por la vida sin título pero ejerciendo a diestra y siniestra, no sé si sea exclusivo de nuestro país o si pase en otros lados.

Después asombra el que lo haya hecho, ya que pues básicamente no tenía caso, pero se me hace curioso la motivación que pudo haber habido detrás. Una mañana cualquiera te levantas, y decides acabar algo que habías empezado. ¿Y que haces? ¿desayunas lo de siempre, o mejor un jugo de naranja grande con mucho café?. No sé, una decisión que me parece acertada, pero por demás intrigante.

lunes, septiembre 24, 2007

Ce tout Marcel, ce tout...



Se murió el que dicen, fue el mimo más grande de la historia. Cosa que no me extraña. Digo, todos han de morir tarde que temprano, sea el Marcel o sea el Pavarotti (que en ojos de varias abuelas, estaba BIEN sanote, por lo gordo).

No es algo que me haya quitado el sueño a decir verdad, por que yo de su existencia, apenas me enteré ayer, el día de su muerte. Sin embargo captó mi atención las imagenes, y la curiosidad me llevó a investigar acerca de lo que parecía su peculiar vida. Y digo peculiar, en el sentido mudo de su arte. Un arte mudo, paradójico el término.

A grandes rasgos (y sin hacer mucho honor a su memoria, lo siento) anduvo en la guerra, entró a una universidad muy prestigiosa de artes, y básicamente se hizo famoso.

Esto me hizo recordar comentarios de Mateo y Esteban acerca de la falta de héroes ficticios en la actualidad "...que ya no los hay como antes...", y es que más bien el señor Marceau, tenía ese aire de héroe, en su calidad de artista. Igual que Pavarotti, y que ciertamente ya no los hay. Me pongo a pensar acerca de la gente que puede llegar a ser eso mismo en un futuro (eso si el global warming no acaba con aquel tiempo por venir), y desgraciadamente se me viene a la mente la estúpida de la Hilton, y la igualmente estúpida de la Spears. No quiero ni imaginar el día en que la muerte las mande directitamente a la inmortalidad. En sus ataudes de diseñador color rosa y entre un mar de personas arrasadas por la contrariedad de perder tan finas personas. Así pues en lágrimas derramadas, se puede decir que la "señorita" Hilton, va coleccionar más que Marcel y Pavarotti juntos. Que pena. Se acaban los héroes, ficticios y de carne hueso.

lunes, septiembre 17, 2007

Y dale la burra al trigo...

Ya tengo empleo de nueva cuenta... no justamente lo que andaba buscando (que eso no quiere decir que haya dejado de buscar), pero ahora sí que es puro trámite (trámite para poder ir a cenar, trámite para ir a tomar, trámite para ir al cine, y toda aquella actividad que necesite de trámites para realizarse). Con todo me acordé de la madre Margarita diciéndome "un paso atrás, nunca, ni para tomar vuelo" y que la verdad no me acuerdo de que estubieramos hablando en aquella ocasión. En fin, no lo he meditado mucho, porque me pondría muy ansioso (más de lo que estoy en estos días). Y es que ni siquiera estoy durmiendo bien; pesadillas, vueltas en la cama, leer un poco, ver la tele otro tanto, para al final medio dormitar. Las pesadillas ahí están, no hace falta si quiera buscar en el libro del significado de los sueños; pierdo mis zapatos y no puedo hacer nada sin mis zapatos, es una desesperación total...
Es esto de acabar la carrera y buscar trabajo que no me deja.
Pero bueno, ahí estoy de regreso en el mundo del nintendo. Y ahí estaban los clientes de siempre. No pudo faltar uno de los que más destacan. Un tipo llamado Teodoro con su eterno priapismo y su mamá de calentones rosas y tacones dorados. Son gente muy amable ha decir verdad, pero son tan pintorescos como Frida Khalo. De ese tipo de persona que te sujetan la mano para hablar y que tienen movimientos enfáticos de cabeza.
Como era día importante para la patria, no podían faltar los objetos a doc de la ocasión. La señora iba ataviada con un moño tricolor que coronaba aquel chongo amorfo, que caía de lado de manera premeditada. Esta vez no había chamarra color limón fosforescente. Teodoro por su lado, traía la novedad de unos guantes de ciclismo para un niño de ocho años teniendo el cerca de los veinticinco. Para el que lo conozca (que aquí creo que es Mauricio y Fido), el pants verde empieza a tener hoyos. Deben de ser los pants más cómodos del mundo, mira que llevar cinco años con ellos.

domingo, septiembre 02, 2007

El último adios...

Parte de la nostalgia de la despediada, o más bien del decir adios, tuvo que ver con alguien que no tenía nada que ver conmigo. Norah, que se llama. Una mitad polaca/mitad egipcia muy guapa. Me puso a meditar (no ella en sí, sino su existencia) en Darwin. Con aquello de la selección natural, y sobre todo en aquel punto de que mientras más se mezclen los genes, mejor sería para la raza. ¿Cómo sería entonces un humano que tenga un cuarto polaco, un cuarto mexicano, un cuarto egipcio y un cuarto español?, eso sin contar la bola de mezclas que haya detrás de nosotros. La idea me tenía intrigado, y sin querer se mezcló con la parte más fea del decir adios, que es justamente el ¿hasta cuando?. Todo esto tiene que ver, por la irremediable sensación de que no volvía a ver Londres, y subsecuetemente España. Y por lo tanto cualquier lugar, el Congo o el tren transiberiano, el camino de Santiago o la Patagonia. Y es que la vida parece tomar rumbo propio. Buscar trabajo, conseguir trabajo, trabajar, conocer alguien, tener hijos de mezclas genéticamente curiosas. Da vértigo sentir que todo eso es inevitable. Cuando tenías otros planes, lo que sucede es la vida, que me parece dijo Lennon.

Con todo y esa sofocante mentalidad, tuve que decir adios. De las personas que me importan, y de las que acaba de conocer, que bien podrían llegarme a importar. También un tanto irónicamente, de la ciudad misma, yendo por última vez (y primera para mí) al puente de Londres, que si bien debería de haber sido visto en aquel lejano 2004, no lo fue. So long London, keep my people safe. Hope to see you again some other day, Farewell!.



Luego vino España, y que digo España, sino Moral de Calatrava. El pueblo. De donde fui a ver a mi familia, y acabé por estar más tiempo con gente que puedo considerar como amigos. Mis primos estaban entre esos amigos, y por lo tanto creo que es mejor saber que además de primos son amigos. Ya de ahí se desprenden historias individuales que no me toca a mi contar, pero si nombrar Maroto, David, Ángeles, Ana, Pedro, Daniel, Juan Miguel, Inma, Chorizo, Burraco, Recio, Miriam.... Y es en Miriam, donde si puedo hacer un comentario (o al menos eso creo). La conocía de tiempo atrás... pero por alguna razón, que he de achacar al tarot, nos entendimos mejor esta ocasión. Me movió el tapete, ha decir verdad, y para decirlo de forma llana y simple. Y me puso a pensar en todo aquello que llamé de forma trágica 'inevitable', para pensarlo, de extraña forma para mí, de una manera más bien agradable. Buscar trabajo, conseguir trabajo, trabajar, formar una familia. De repente no sonaba tan descabellado. Y no estoy diciendo que en ella vea todo eso para mí, pero fue ella (su existencia) quien lo propició. Así que además de fiesta, cruda, tristeza de decir adiós, me llevé del pueblo una idea diferente.


Pero bueno dejemos pues las ideas existenciales, que al momento de escribir, la verdad es que están regresando a su curso natural, pero lo escribo, para guardar registro, que en una de esas se hace jurisprudencia y pasa de una.


El pueblo estaba en plena semana de fiestas, y todo era diversión nocturna. A la luz del día hubo toros, y churrería para los desvelados. Y de noche pues todo mundo a escoger dentro de las pocas opciones, una de ellas el 'Eivissa', que por cierto era llevada por mis primos y algunos amigos. Hasta trabajé un par de días por ahí. La maldita barrera del idioma era lo que más me costaba trabajo "Un bizcocho con espray", a lo que Chorizo muy amablemente me traducía "un DYC ocho años con sprite", ya al terminar de trabajar, era ir a la churreria por cañas, o como yo, que además de cerveza me jamaba chocolate y churros (y en alguna ocasión las muy manchegas gachas que hay que comer del rebosillo), por ahí hasta donde aguantaba el cuerpo que era mas o menos la una de la tarde del día siguiente. Muy buenos ratos la verdad, y buenas comidas, en primera la de mi abuela que a mi toda me supo a gloria, y una que fue en un castillo en Manzanares.¿Que más puedo decir?. Mucha diversión.
De ahí, un tanto triste (por que dejé el pueblo) a Nueva York, que no me podía recibir de otra manera mas que pasándome por la aduana y rompiéndome un candado en la maleta. Safety reasons, que decía la notita. Por equivocación fui a dar a Harlem, y la verdad es que el ambiente es un tanto denso en esos rumbos, sin embargo no pasó de eso, una percepción mala de cosas que a lo mejor no lo son.
Por primera vez sentí aquello de la agorafobia. Tanto espacio, tantas cosas tan grandes me dieron un poco de ansiedad. Mucha gente, avenidas a las que no se les veía fin, edificios altos... en fin; complejo de hombre de provinca creo yo. Visité lo más turístico, pero caben resaltar los museos (MoMA, MET, Guggenheim...), central park, los barrios, y por supuesto la vista desde lo alto del Empire state (impresionante), un lugar de esos raros del que tenía algunas expectativas y que acabó por gustarme mucho. El hostal (recomendado por mi hermana) no estaba mal, pero la verdad es que era algo incómodo, porque estaba un poco lleno, y las áreas eran pequeñas, creo que Nueva York queda resumido a lo que dijo una española en el hostal "Yes, is very, very güay".
Fui obviamente a la zona cero, donde el guía de turistas puso como mártires a los Estados Unidos, y tal, lo más impresionante fue la historia de un bombero que le cayó una buena parte de las torres y que salió corriendo con cráneo fracturado (escuchado esto, de viva voz).
Times square es uno de esos lugares que me han dejado la boca abierta. La quinta avenida tan elegante y donde me dí el lujo de irme de compras fue recorrida de arriba abajo, provocándome un día acabar empapado. No escatimé mucho en dinero y me di varios lujos, como ir por un helado de un dolar y salir con uno más grande y lujurioso de ocho dolares. Y es que mira que meter a un helado un brownie entero, es algo que no me podía quedar con las ganas. Así como tampoco comprarme un libro en una tienda de Broadway muy famosa llamada Strand. Sacada de esas películas sui generis donde los libros están apiñados por todos lados, el libro sin embargo no lo fue tanto, algo de mercadotecnia, hubiera sido genial encontrar un catcher in the rye o algo por el estilo. En fin. Ni que decir de China town, Soho y little italy, barrios por demás peliculescos.
Muy impresionante todo, y ahora que lo escribo, irreal, ya que estoy de vuelta en el cuarto de la computadora de mi casa escribiendo de manera muy rápida lo que fue el final de todo un verano de mis andanzas.