Hace un año no lo hubiera hecho, vamos, ni siquiera lo hubiera pensado, y es que eso de la agresividad no es lo mío, nunca ha sido parte de mi naturaleza el reaccionar ante situaciones estresantes de una manera violenta.
Y sin embargo sucede que ya no es lo mismo. Ahora las manos se comprimen y la mandíbula se aprieta. Me cuesta trabajo pensar claramente y tranquilizarme. Es una sensación totalmente nueva, como una descarga de adrenalina con pizcas de furia de por medio.
Hasta imaginé una empresa dedicada a solventar la necesidad de descargar esa ira. Furia inc. , que se llamaría, "donde romper es primero", y através de un bat aliviar esa ansia de destrozar algo pegándole a jarrones, computadoras (viejas e inservibles para que los costos no sean muy altos), impresoras (de estas muchas y variadas, porque siempre dejan insatisfecho...), escritorios, sillas de madera que desprendan astillas por los aires, macetas, vasos, carrocerías de coches, cosas plásticas, azulejos, escusados, lavabos...
hasta pudiera segmentar el mercado y tener cuartos de distintos tipos de objetos, dependiendo de la profesión o del motivo del enojo, es lo que te toca destrozar. Así pues un mesero, puede quebrar sillas, mesas, saleros, pimienteros, azucareros, y cualquier eros que llegue a molestarle. Nunca figuras humanas o animales, por aquello de las conotaciones.
Recordando el suceso, a lo mejor estoy abaratando el término violencia, porque lo mío, no fue más que ir a tocarle al vidrio a un tipo que me había pitado (con la única razón de que él traía prisa y yo no), y preguntarle '¿que pasó?' , a lo que me constestó que me le atrevesé y que el venía encarrerado, siendo esto cierto, pero a medias -porque yo lo había visto y decidido que si alcanzaba a salir, de lo contrario hubiesemos chocado o de perdida él se hubiera amarrado - , y se lo hice ver diciéndole que venía a exceso de velocidad y en una zona estudiantil. Y ante tal verdad, ya no me pudo alegar nada, con lo que yo, me fui contento y con la frente en alto, orgulloso, de ese despliego de agresividad nunca antes visto en mí.