Porque los pensamientos no se leen, primero se escuchan, luego se escriben, y entonces sì, se leen.

jueves, agosto 18, 2005

En algún lugar de la mancha...


5000 habitantes, dos semáforos (uno a la entrada, otro a la salida) y múltiples bares. Ese es Moral de Calatrava, el pueblo de mis abuelos en España.
Una vida por demás simple y tranquila, creo yo, feliz.
Hacía 11 años que no estabamos todos mi mamá, mi hermana, mi hermano y yo, junto con los de allá.
Llegué con la novedad de que yo había dejado en Diciembre una fama de tomador y bohemio bastante fuerte, bueno, más de tomador que de bohemio...¿para que miento? en realidad solo de tomador.
Y como las fiestas estaban por comenzar y Mauricio estaba codo a codo conmigo en la barra, pues nos pegamos varias huarapetas.
En la primera me fui con mi primo Daniel y su gran banda a dar la vuelta por los múltiples bares, empezando en "el negro" donde las tapas que se sirven son muy buenas, para seguir en el "puzzle" donde el de la barra me invita las cervezas, para concluir en el "queen" donde solo se toma y se ven varios modelitos por ahi.
Alrededor de la una de la mañana se parte hacia la primer discoteca llamada "el refugio de Mou". Obviamente yo ya iba entonadito, riendome a carcajada lmpia de los amigos de Daniel imitando el inexistente acento mexicano.
Aunque el calor del verano español resulta sofocante, la discoteca al ser al aire libre acaba siendo por demás fresca. Ahi entre el reggeton y una que otra cancion española que invariablemente va acompañada de palmeos, las cubas con bacardi me empezaban a saber a agua.
Por ahi de las cuatro, según me dijeron, nos cambiamos de discoteca a otra llamada "la veguilla", y según me dijeron, estuve bailando con unas chavas que no pertenecian al grupo de amigos de mi primo, y ya por último se me informó que llegué a la casa de mis abuelos haciendo unas muy estéticas 's' al caminar.
Muy ameno todo excepto por la cruda que me dio.
La siguiente borrachera, fue con Mauricio bien encodados en la barra del "negro" donde quisimos parar a la octava cerveza, pero a base de invitaciones acabamos con diez cada quien en la sangre y las cuales coronamos con una señora cuba de torres.
La despedida, fue la más amena de todas, ya que la banda de mi primo mandó hacer playeras para las borracheras, y por supuesto fuimos incluidos.
Por poco y maromeamos el día, porque acabamos a las 6 de la mañana para levantarnos a las 9:00 y tomar el camion de las diez a Madrid. La cruda, fue espantosa, pero una fabada asturiana con harta tabasco, acabó por suprimirla.
Me dio mucha pena dejar el pueblo, porque al igual que la última vez, me voy con la sensación de no volverlo a ver (incluida mi familia). Tengo otros planes que también requieren avion, y pues las elecciones son lo que me impedirían volver.
En fin...ya veremos...