Y me tocò ir a otra juntilla de maestros de inglès. Esta vez en un barrio de no muy buena reputaciòn. Lo que màs me llamò la atenciòn en esta ocasiòn, fue una maestra de senos gigantescos. Algunos pensaràn que 'que bueno', pero creanme que todo lo contraria, ya que la maestra era al menos sexagenaria y de manìas hippies, o sea sin brassier que sostuviera aquello.
Lo horroroso, lo espantoso, lo grotesco fue cuando al sentarse a la mesa, un seno se le quedò apoyado en la mesa y el otro colgando de una manera anormal hasta el estòmago. De veras que me dieron ganas de empujarselo, porque aquel drama de la gravedad siendo repelida por una corriente mesa, comenzaba a darme ganas de vomitar... La dichosa maestra ni en cuenta, con uno al tanto y el otro distraìdo.