Porque los pensamientos no se leen, primero se escuchan, luego se escriben, y entonces sì, se leen.

domingo, marzo 11, 2007

Una


Después de a lo mejor unos tres años (y es que no me da ninguna gana sacar cuentas ahorita), es que tengo fines de semana libres. Me propuse salir de viaje tanto como me fuera posible en esos días, y de alguna manera lo he logrado. Una boda en Santa María del Río (cuna del rebozo) donde, como embajador del buen bailar, derrame gracia y gallardía al puro estilo del pasito duranguense. Boda que por cierto acabo de buena forma, a diferencia mía que acabe haciendo desvaríos en la habitación del hotel. Fiesta de quince años en Zacatecas, que me hicieron recordar aquella vez que visite la ciudad para presenciar obras de teatro callejero. Piruetas en fachadas de iglesias, desnudos integrales en plaza de armas, un barco gigantesco en alguna calle con nombre de héroe nacional. Este fin de semana, el rally en León, que si bien es cierto que los carritos no son lo máximo para mí, tiene su encanto el acampar y sacar las - disque - fotos artísticas de la jornada.

En fin, es bueno cambiar de aires y tener la sensación de libertad de vez en cuando. Y eso que no me siento encerrado o frustrado -estrictamente en ese sentido-, pero echa a andar ciertos pensamientos.
No hay angustia por ahora en mi cabeza, y esa falsa tranquilidad es lo que me tiene preocupado. Como si me faltara algún nuevo pensamiento que entretenga la mente. Estuve en estos días, y gracias a la correspondencia virtual con Álvaro, pensando acerca de la literatura, especialmente de la mía (!Uy!, que bien se siente decir eso, 'mi literatura', de pronto toma vuelos excluyentes que me hacen sentir todo un artista). Que si Ibargüengoitia -al cual recomiendo ampliamente-, que si Fuentes, que si un étcetera que no viene al caso comentar, en cambio prefiero tratar de apuntar una vertiente y que tiene que ver justamente con la 'inmortalidad' de lo que pueden ser mis letras. ¿Lo serán?. No sé, lo intento.
Si bien es muy interesante el punto (obviamente para mí), lo que necesito es otro tipo de voces en mi cabeza. Me hace falta una persona, alguien que, como algunos, han influido a intervalos en mi vida de manera -creo- positiva. Alguien que me inspire. Podría ser una Luima, o una Mariana, o una Daniela. Y sin embargo no, por ahora me gustaría más alguien que alimente mi intelecto, alguien de ideas hechas y derechas; un Mateo, un Juan Carlos, un Caco, una Paula, Un Llamas, un Álvaro, una Sarah. Y sin embargo, tampoco, porque cada quien fue distinto, cada quien me dió que pensar, si hubiera otra persona igual se diluiría la personalidad anterior. Y si es así, ¿donde dejo a los que me fortalecen cotidianamente? . Una Annie, un Fido, una Kikis, una Nuria, un mi papá, una mi mamá, un Pedro, un Mauro, un Leto, un Chino, un Poncho, un Eve, una Ely... un todos. Y no, va a ser que tampoco así.
Busco alguien llamado Un, mejor a-ún, que se llame Una.