De esta navidad que ya es recuerdo
¿Qué me trajo santa?, pues una máscara de blue demon, un libro, un morral y dinero. Olvidé pedir en la carta unos zapatos, porque ya los míos llevan tres graduaciones, dos comuniones, un bautizo, cuatro bodas e inumerables noches de trabajo en la dolce vita. No es que es que se vean viejos, de hecho todavía aguantan mi graduación y alguno que otro evento social. Tienen memoria...no, no es cierto, ni que fueran paquidermos. Podrían ser considerados como mis recuerdos en todo caso, pero ellos no recuerdan nada.
De los Rodríguez, no sé quien más tenga la manía, pero yo comparto con mi abuela esa tendencia de guardar cosas, atesorar los cachitos rotos de las entradas del cine, las gorras que ya no uso, pero que me gustan ver todavía con el sudor marcado alrededor, calcomanías de cuando era niño, invitaciones de fiestas, bolsas de papel estrasa, cajitas vacías, dibujos de libretas viejas.
Mi abuela es un caso extremo, claro está, y se puede percibir através de cosas como la tarjeta que le dió a mi hermana, que por un lado decía "Nuria" y del otro "Julio de 1975".
Treinta y un años tiene la tarjeta, y ni siquiera se ve amarilla. ¿En que radica esa manía?. Pensándolo largo rato, creí llegar a la conclusión de que es por miedo. Un miedo irracional a olvidar. Se dice que el pasado, al ser imposible de cambiar, es lo único seguro en la vida (junto con la muerte también) y en cambio el futuro, es incierto. Dadas las entradas de teatro, las monedas, los frasquitos, los flyers y todo eso que se va amontonando en mi cajón o en el closet de mi abuela, creo que el pasado es todo, menos seguro. ¿Como saber si ya se te olvidó algo, si es imposible de recordar? ¿Cuantos recuerdos han desaparecido de nuestra memoria sin dejar rastro alguno, irónicamente siendo ellos el único rastro que queda de las cosas?. El guardar basura, tampoco te hace recordar las cosas, caso concreto de letras, en mi diario hay palabras que ya no guardan significado para mí, por ser imposibles de encontrar en mi memoria, aunque sé que algo pasó ese día que me hizo escribir aquello. Entonces, pienso, que el problema no es coleccionar pedazos físicos de los impalpables recuerdos, sino el que se me dificulte a mí (y posiblemente a mi abuela) discernir el cual se va a convertir en un buen recuerdo y cual no, cual va a pasar al cajón de los olvidos. Después, un día, uno hecha un ojo al cajón de cachibaches (que por comparación con mi abuela, sé que se convertirá en un closet), y pieza por pieza, puedes ir diciendo, "este portavasos es de la cerveza que me tomé en aquel bar en Alemania, mientras veía a la suiza, quizás sueca, de ojos verdes". Ni hablar de las canciones que te pueden sorprender por la calle recordándote, generalmente algo bueno y alegrándote el día.
Ahora que regresó mi hermana (que por cierto, ya regresó sana y salva), veo, cómo de su maleta van saliendo esos objetos-recuerdo que a mí no me dicen nada, pero que para ella es lo que queda de su vida en Canadá. No son míos, y sin embargo me sale esa ansia natural "¿Serán suficientes?". Yo, como para acabar la conversación con las voces de mi cabeza, me fui a Querétaro a visitar a recuerdos, de esos que te escuchan, y que son interesantes y que aprecias con cariño. Me sentí de nuevo en Londres. Ahí estaban con los que compartí tantas cosas en aquel 118 de Southfields ¿o era 117? (¿lo ven?), enamórandome de nuevo a primera vista (Andrea) como cuando salías a la calle y habías encontrado en el transcurso, a tres distintas madres de tus hijos.
Y de repente los recuerdos hablan, y te sacuden el polvo, y de nueva cuenta empiezan a influir en tu vida y en tu pensamiento. Las comparaciones son inevitables, y descubro que en mi interés de abarcar tantas cosas, no soy el mejor en nada y eso me frustra mucho de verdad. Lo de ser el mejor, no es como dijo Any alguna vez, en afán de ser famoso y reconocido, es realmente algo personal, estar en la oscuridad y poder decir "yo soy el mejor", sentirte bien contigo mismo, porque haces las cosas bien. Con todo y eso, ¿qué pasa?, cuando un día te sientes lo suficintemente capaz de decir "Yo soy el mejor", ¿cómo saber que eres el mejor?, como en aquella historia del hombre más fuerte del universo, que lo más duro que podía encontrar para aplastar, era para él, el equivalente a una lata de refresco "Sí -pensaba- soy el más fuerte, pero ¿qué tan fuerte?", y aquello era una cuestión personal también. Lo lastimoso, es que ya me preocupa el estar en la punta de algún aspecto y dudar, siendo que ni siquiera he comenzado por escalara nada, o mejor dicho todo. ¿Que hace la gente normal con las obsesiones? y digo la gente normal, no para excluirme, sino para incluirme, ¿que pasa cuando de veras ansías algo y no puedes hacer nada por ello?. Sallieri se vovió loco y se proclamaba el rey de la mediocridad.
1 Comments:
La navidad es una coleccion de recuerdos y los recuerdos son un archivo de emociones...guardamos cosas para revivir la emocion del recuerdo...lo que hemos sentido, probado. Incluyendo ese 'ser el mejor' del cual tu hablas...aunque te dire' que 'ser el mejor' es relativo, no absoluto..dura el tiempo de pronunciar la frase...mejor es vivir sintiendose como el mejor, canalizando nuestras energia para obtener de nosotros mismos lo mejor...y disfrutar disfrutandolo.
Viva las abuelitas que mantienen viva la memoria colectiva y los buenos vicios... ;-)))))
Feliz comienzo, Pollo!!
Un abrazo
1:12 a.m.
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