Me gusta hacer cosas solo. Estando solo es cuando mejor me expreso. El cine, por ejemplo, es diferente cuando lo veo solo, en el silencio y una oscuridad envolvente. Me pone en contacto con nuevos pensamientos y sensaciones que usualmete reprimo cuando estoy con otros. Introversión.
Lo mismo pasa cuando escribo. El lápiz, el papel y mi cabeza. No soy el mismo en papel, que en persona. Los que me leen (no muchos, pero sí algunos), lo saben.
Pienso ahora en causas. Las causas que llevan hacer a uno, las cosas que uno hace...
Primero volteo a ver a otra gente, a lo mejor Ramón Sanpedro. Su causa acabó siendo la muerte.
No importa cual fuera, lo que me impresiona es la voluntad de algunos de hacerlo, de crear una vida alrededor de eso. ¿Será la voluntad en sí, o será el encontrar una causa de acuerdo con tu pensamientos y sentimientos?. La primera sería consecuencia de la segunda...¿no?. Pero cuando uno es, digamos, yo, que ve el cielo de un color diferente cada día, que lo que le supo hoy a victoria, mañana es derrota, que lo que a veces da nostalgia hoy no inspira el más leve sentimiento, que en una palabra es voluble; es trite pensar en algo que pueda ser lo suficiente equilibrado como para trabajar en ello. Triste, no en el sentido melancólico, mas bien en lo frustrante. El eterno ser o no ser. ¿Vivir la vida o hacer lo correcto?. !¿Y que putas es lo correcto?!.
Luego los efectos preocupan. "El arrepentimiento no existe, solo decisiones tomadas" dice Leto en su incipiente sabiduría aparente. El arrepentimiento es personal, y el pluralizarlo, sería abaratarlo mucho. El llevar una carga de esa clase, es para pensarlo el resto de la vida.
"No quiero amanecer un día a los 40 y decir: no...esto no es lo que quería estar haciendo", y con eso no me refería a la utópica felicidad, creo que solo me refería a mi.
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