Porque los pensamientos no se leen, primero se escuchan, luego se escriben, y entonces sì, se leen.

viernes, noviembre 25, 2005

La ventana del viejo.


Dentro de la gran fortaleza de hierro, se esconde un viejesillo humilde, esperando quizà a que por la ventana se asomara algo interesante a la mente.
Hacìa mucho que la mujer de ojos misteriosos y sonrisa distraìda pasò por ahì sin notar ni siquiera la mole gris, y esto habìa cautivado al viejesillo.
Pasaron primaveras e inviernos, hojas verdes y cafès, otoños y retoños. Pero el viejo no consiguiò siquiera una mirada de esos ojos.
Se abrigò en su cobija gruesa y vieja pero conocida, para por lo menos mirar a la ventana sin mucho interès, aparentando quizà que a lo mejor podìa encontrar alguien mejor.
Tiempo despuès apareciò de nuevo aquella mujer
mostrando esta vez,
cierto interès,
!que alegrìa le dio al viejo ver!
que aquel misterio lo veìa a èl.
Tonto fue el viejo que pensò, que eso era interès.
El viejo por ahora ha cerrado la ventana, para no ver, para recordar algo que nunca fue.