Caminaba por el estacionamiento hacia mi sitio de trabajo. "Jaime". Que oí gritar.Pero al voltear descubrí puros coches, que hasta donde yo sé no tienen la capacidad del habla. Seguí pues mi camino, ya que hay veces en que la imaginación puede producir sonidos muy reales. "Jaime". Que volvieron a gritar. Lo mismo, automóviles estáticos incapaces de articular palabra alguna. "Hora' sí -pensé- la esquizofrenia ha llegado para quedarse... de perdida me he dado cuenta". Un poco abatido y caminando algo más despacio me disponía a realizar las funciones normales de un viernes. "Jaime". Esta vez ya no volteé, "podría decir alguna otra cosa la vocecilla" pensé rápidamente.
"Jaime" este cuarto llamado fue acompañado por una mano en el hombro. Sobresaltado me di la vuelta, solo para descubrir a un compañero de trabajo "te vengo gritando, dejaste las luces encendidas". "Ay, muchísimas gracias, no sabes el alivio que es verte". El compañero se fue un tanto extrañado por la respuesta, pero es que el haberme descubierto con alguna clase de esquizofrenia de un segundo a otro, no es una sensación muy bonita.
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