Porque los pensamientos no se leen, primero se escuchan, luego se escriben, y entonces sì, se leen.

martes, diciembre 04, 2007

Pollito y el lobo


Llevaba un buen rato sin hacerlo. El tiempo ya no es el mismo y el uso de coche, pues facilita los recorridos. Así que no recuerdo muy bien cuando había sido la última vez que me fui caminando de mi casa a la de Mauricio.

Tampoco sé cuantas veces he recorrido el mismo camino en total, pero fueron casi dos veces diarias por años. En esos escasos doscientos metros vi crecer y envejecer a un par de Dobermans que al principio intimidaban, pero que luego ya ni siquiera me ladraban, creo yo por la cotidianidad de ver un niño pasar.

Recordé pues lo mentiroso que era, bueno 'metiroso' no, que es una palabra muy fea, lo 'imaginativo' digamos.

Me dio una época en que antes de llegar a casa de Mauricio me echaba tierra en la ropa y aclamaba detalladamente que me había agarrado a golpes con unos pandilleros en el camino. Que me acuerde fueron varias 'duras peleas' las que tuve.

También inventé la genial historia de una maquinita de arcadia nueva y ultramoderna en circus-circus, donde de manera virtual uno se convertía en tortuga ninja y combatía junto con otros ocho jugadores los diferentes niveles del juego. Todo esto pasaba en un 'cuarto secreto', detrás de la maquinita de Gilligan, ensalzé tanto el cuento, que Mauricio me llevó a plaza Tangamanga a jugar, claro que lo único que consiguió fue echar abajo mi historia.

Dentro de esa bola de fantasías tembién me acordé, de una que fabriqué en España, me parece que con unos primos de Valencia, donde de alguna manera les narré como era que Dragon Ball z (muy popular en España por aquellos tiempo) acababa, claro, yo de Dragon Ball no sabía ni que era el kamehameja, pero la sonrisa de satisfacción de mis primos me indicó que lo hice muy bien (o a lo mejor que me cacharon y sólamente les hacía gracia).

Todo eso recordé en los cinco minutos que me toma recorrer ese camino y me asaltó una duda muy grande ¿Por qué lo hacía?.