Porque los pensamientos no se leen, primero se escuchan, luego se escriben, y entonces sì, se leen.

jueves, octubre 11, 2007

Entrevistas de trabajo


He asistido a varias, y hasta ahora nada fuera de lo normal. Que las virtudes, desvirtudes, virtualidades, eventualidades y así hasta hacerte desvariar en las respuestas que das.

Me impresionó mucho, el caso de otro compa (que el compa, proviene de compañero , y no de compadre como pudiera pensarse). En su entrevista final, le hicieron un riguroso examen médico, y creo que con riguroso, no exagero. El punto fue que lo desnudaron integramente. Lo que me hizo pensar mucho acerca de lo que pudiera pasar si a mí me tocara estar en la misma situación. Primero la impresión que derepente te ordenen, "desnúdese", con las, me imagino, instintivas preguntas "¿Aquí?¿ahorita?¿en donde?", "Aquí nomás".

Supongamos que uno accede, por que igual puedes decir que no, que nunca te vas a desvestir delante de una señorita que no sea tu esposa. ¿Como procedes a hacerlo? ¿de una manera rápida y poco pudorosa? que tal que además evaluan eso mismo, "Mira este, con que facilidad se encuera, ni pena le dió al descarado", o de manera contraria, a velocidad lenta, lo que pudiera aparentar en algunos ojos perversos, seducción o coqueteo, que entonces sí complicaría las cosas creo yo, "Y que tal este otro, ve nomás, encuerándose como si fuera el taibol". ¿Te sonrojas? ¿Miras al techo? o de plano te quedas bien erguido en el centro de la habitación exhibiendo las lonjas, imperfecciones y tantas cosas que la ropa y la oscuridad disimulan. Después ¿que?, te tapas con las manitas, o dejas que el aire circule y reconozca territorios por los que generalmente no se cuela. No faltara el que tenga una psicopatología de exhibisionista y el 'asunto' se ponga en evidencia "Con que le emociona la audiencia canijo".

Pasando todo este borlote, viene el própósito de tenerte ahí sin ni siquiera una hojita de parra con la cual taparte. '!Ea! ¿Adonde va con la manita doctora?', 'A auscultarlo...¿tiene algún incoveniente', 'Osculteme lo que quiera, nada más que no veo razón para que me toque', 'Señor no se pueda A-U-scultar sin tocarlo, y necesito tocarlo precisamente ahí', 'Újule...hijole... hagále pues', y entonces la mano, que yo ya hubiera calificado de terrible profanadora, te toca, '!Pero no se quite señor!', 'Uy, es que trae las mano re-frías doctora'.

Después de haber sido ultrajado por manos, que quieres pensar extremadamente profesionales, aunque todavía no puedas entender por que jurguneó esto o apretó aquello, toca el momento de vestirse y recuperar algo de tu ya mallugada dignidad.

Pero eso de ponerse la ropa provoca las mismas inquietudes, ¿lo haces rápido como si realmente te hubieran profanado? o lento, como si el mal trago ya lo hubieras dado.

Ya me quiero ver el día que me toque a mí, "Dijimos desnudo señor, eso incluye el chaleco", "Así soy de peludo señorita".