Porque los pensamientos no se leen, primero se escuchan, luego se escriben, y entonces sì, se leen.

lunes, septiembre 01, 2008

Día # 2, Los brazos sueltos


Aunque soy un homo sapiens sapiens, me cuesta mucho trabajo andar con los brazos sueltos, tampoco es que vaya con los nudillos en el suelo, pero generalmente pongo una mano en el bolsillo, o voy cargando algo, las llaves, la gorra o cualquier cosa, pero andar con el par de brazos pendulando de un lado al otro no.

Fido es de las personas que he visto que lo hace sin mayor problema, un caminar potente en el que eventualmente se lleva un puño a la nariz para restregarsela.

Poncho en cambio presiento es de los míos, generalmente lleva una mano agarrando la parte baja de la camisa.

En fin, pudiera describir el andar de muchas personas, amigos y no tantos, pero creo que con eso es suficiente como para ejemplificar lo que digo.

Es casi lo mismo que al bailar, necesito forzosamente un vaso en la mano para poder agitar el cuerpo armoniosamente. No importa que el vaso esté vacío, pero algo debo de traer.

Entonces, ¿que es esa obsesión de traer los brazos y las manos ocupadas?, no sé, pero existen más manías en relación a los miembros superiores. Como por ejemplo el lado único para el que uno cruza los brazos; se siente incómodo y raro hacerlo de manera inversa a lo habitual. Lo mío es el derecho encima del izquierdo, sin embargo no sé que pasa con la aparente simetría si lo hago al revés (el izquierdo arriba del derecho), se vuelve incómodo.

Ni que decir de los lunares. Esos puntitos de melanina que están regados a lo largo del brazo sin razón aparente. Sin embargo, me he puesto a unirlos de distintas formas, triángulos sobre todo, y puedo decir que en mi brazo izquierdo se forma una torre eifel. En el derecho nada en realidad, triágulos solo, un papalote tal vez, pero nada así de extravagante como el ícono francés. Y es que no tengo tantos lunares en el brazo derecho.

Luego están las zurdas, utilizando 'el brazo del mal' como se le llamaba antes en tiempos antiguos y supersticiosos, sin mencionar el muy atractivo concepto que los zurdos utilizan el hemisferio derecho del cerebro, es decir el imaginativo y tal. Me predispone siempre a pensar que estoy frente a un talento en bruto para el arte. Como aquella postal de vida, donde Silvia bebía tranquilamente su café mientras escibía con ese estilizado brazo izquierdo sobre un montón de hojas amarillas. Hada que la apodé, bastate ñoño, pero bueno en aquellos tiempo era todavía más teto.

Por último están las famosas líneas de la vida en la mano, que si la de la muerte, que si los hijos, que si los problemas, que si las alegrías. Nunca he hallado a alguien experto en eso de la quiromancia, pero igual y tampoco lo he hecho en ninguna otra clase de tarot futurista.